NOTA: Para más información sobre el Dr. Don Huber véanse:
Lo que tenemos en nuestros campos, nuestras granjas y
 nuestros hogares no son productos naturales. El aumento de las 
enfermedades, de las plagas y de las calorías vacías no es algo normal.
El maíz siempre fue uno de los cultivos que podían 
desarrollarse más sanos. Ahora tiene múltiples enfermedades, plagas y 
las plantas crecen débiles, siendo el común denominador de los modernos 
híbridos.
El trigo, alimento
 básico de la humanidad, está cargado ahora de toxinas, alergenos y 
sustancias químicas. Las enfermedades están aumentando en nuestros 
cultivos, en los animales y las personas, a pesar de la amplia gama de 
fungicidas y fármacos administrados. Así que uno se pregunta, ¿qué ha 
cambiado tan drásticamente en esta ecología que llamamos agricultura?
 Hace más de tres décadas se inició el uso de un 
herbicida monoquímico, el glifosato, que se utilizó en los cultivos 
transgénicos resistentes a este herbicida. Estos cambios en las 
prácticas agrícolas, como la aplicación excesiva de sustancias químicas 
quelantes, disruptores endocrinos para el control de las malezas y la 
aplicación de la ingeniería genética, trajeron nuevas toxinas a los 
cultivos alimentarios, y también supuso el abandono de años de 
investigación científica basada en el principio de precaución. Hemos 
sustituido el término “sustancialmente equivalente” por un nuevo término para evitar la responsabilidad por la falta de comprensión de las consecuencias de nuestras actividades.
Hace más de tres décadas se inició el uso de un 
herbicida monoquímico, el glifosato, que se utilizó en los cultivos 
transgénicos resistentes a este herbicida. Estos cambios en las 
prácticas agrícolas, como la aplicación excesiva de sustancias químicas 
quelantes, disruptores endocrinos para el control de las malezas y la 
aplicación de la ingeniería genética, trajeron nuevas toxinas a los 
cultivos alimentarios, y también supuso el abandono de años de 
investigación científica basada en el principio de precaución. Hemos 
sustituido el término “sustancialmente equivalente” por un nuevo término para evitar la responsabilidad por la falta de comprensión de las consecuencias de nuestras actividades.
El glifosato es un poderoso quelante del fosfato 
orgánico al que inmoviliza. Junto con el manganeso, el cobalto, el 
hierro, el zinc, el cobre, etc, son minerales esenciales para las 
funciones fisiológicas normales en los suelos, plantas y animales. Es 
esta capacidad de bloquear las funciones fisiológicas lo que predispone a
 las plantas a enfermedades y lo que hace que sea un eficaz herbicida de
 amplio espectro. El glifosato es también un potente antibiótico muy 
selectivo que mata a los microorganismos beneficiosos, pero no a los 
patógenos, del suelo y del intestino, y eso a niveles muy bajos en los 
alimentos. Los niveles de residuos permitido en los alimentos es de 40 a
 800 veces el umbral de la concentración de antibióticos que se ha 
establecido mediante estudios clínicos que pueden dañar los tejidos de 
los mamíferos.
Mediante Ingeniería Genética se inserta en las 
plantas ciertos genes extraños a la misma, de modo que el glifosato se 
puede aplicar directamente a estas plantas sin matarlas… El glifosato se
 acumula en la planta. Tanto las proteínas tóxicas producidas por los 
genes bacterianos extraños y el mismo producto químico, el glifosato, 
está presente en los piensos y alimentos producidos para consumo animal y
 humano. La Ingeniería Genética también ha insertado genes para la 
resistencia a los insectos, donde las proteínas tóxicas se acumulan en 
los tejidos de las plantas consumidas por los animales o el hombre. 
Estas toxinas se encuentran en la sangre y fácilmente son transferidas a
 través de la placenta a los bebés en desarrollo dentro del útero.
La Ingeniería Genética es algo parecido a una 
infección viral más que un proceso de reproducción normal, y da como 
resultado una multitud de mutaciones y efectos epigenéticos, alterando 
la integridad de la planta. Estos genes bacterianos extraños son muy 
promiscuos y se pueden transferir
 fácilmente por el viento o los insectos a otras plantas, o a los 
microorganismos del suelo durante la descomposición de los residuos 
vegetales, o a la microflora intestinal durante la digestión de los 
alimentos, donde continuará produciendo toxinas y proteínas alergénicas.
 Los efectos epigenéticos se manifiestan en las plantas transgénicas 
afectando a su rendimiento, menor aporte de nutrientes, aumento de 
enfermedades y una menor tolerancia la estrés.
El abandono del Principio de Precaución por parte de 
la Ciencia, que proporcionaba un cierto nivel de protección en el 
pasado, significa que lo que comamos es bajo nuestra responsabilidad, 
como las empresas de Ingeniería Genética estipulan enfáticamente en su 
acuerdo tecnológico. Los estudios científicos que trabajaban bajo le 
hipótesis de una rápida degradación del glifosato,
 de las proteínas alergénicas y de las toxinas, no son válidos. En 
consecuencia, estamos asistiendo al desarrollo de supermalezas, 
superpatógenos, a la pérdida de controles biológicos naturales de origen
 vegetal y animal, y a la aparición de patógenos humanos,
 la degradación del suelo y de los microorganismos beneficiosos que se 
requieren para producir una gran cantidad de nutrientes, y piensos y 
alimentos seguros. Las consecuencias son unos menores rendimientos, una 
calidad nutricional deficiente, enfermedades y aumento de la 
infertilidad y de los defectos de nacimiento.
Los historiadores del futuro mirarán atrás en el 
tiempo y escribirán, no las miles de toneladas de pesticidas que se 
aplicaron o dejaron de aplicar, sino la forma en que estamos dispuestos a
 sacrificar a nuestros hijos y a las generaciones futuras, en un 
experimento masivo de Ingeniería Genética basada en una mala ciencia que
 sólo persigue beneficiar a las empresas comerciales.
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Visto en: Noticias de Abajo 
 

 
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