Escribo
esto después del partido de futbol de México ante Estados Unidos y con
el recuerdo de aquella vez que nos sacaron del mundial, y me pregunto
si haber nacido en este territorio me obliga a “irle” a un equipo que
no sabe jugar al futbol. Esto se puede ampliar a cualquier ámbito y
englobarlo en una sola pregunta: ¿haber nacido en México me obliga a
ser orgullosamente mexicano? Aquí es donde los patrioteros me tildan
inmediatamente de vendepatrias o malinchista; la respuesta parecería
obvia: lo correcto es estar orgulloso de México.
Argumentos
hay muchos: aquí es donde naciste (mero accidente del azar), es a donde
perteneces (sólo me pertenezco a mí mismo), esto es lo que eres (yo soy
sólo lo que hago de mí mismo)…, pero el mejor y más terrible de todos
me resulta el falaz mito de la identidad, orgullosamente mexicana.
¿Por
qué falaz?; antes que nada porque, hasta antes del Porfiriato, nadie fue
orgullosamente mexicano; el concepto era inexistente, la identidad
simplemente no estaba construida. Un Botón: en la guerra contra Estados
Unidos, varios Estados de la República (Yucatán, Puebla, San Luis Potosí
entre otros) se declararon neutrales. Difícilmente puedo imaginar su
orgullo nacional.
Durante
dos décadas de masacre revolucionaria, es dudoso que ese sentimiento
existiera, y de hecho el orgullo de ser mexicano se lo debemos a los
artistas que nos dieron patria; ya que fue el apoyo del cardenismo al
muralismo y al cine, lo que generó una identidad, bastante falsa, pero
identidad finalmente, que hizo que por vez primera el mexicano fuera
mexicano. Tan buena fue la estrategia que continuó más allá del
cardenismo.
Cárdenas
ordenó plasmar su visión de la revolución, su lucha de clases al estilo
azteca contra gachupín y proletario contra obrero, en las paredes
importantes del país. Llegaron los primeros rasgos de identidad: somos
revolucionarios, vivimos en eterna lucha, todo tiempo pasado fue mejor,
nos sentimos aztecas conquistados y estamos traumados por la conquista.
Cuando a
las pinturas se les sumó el cine llegaron los segundos rasgos: el campo
es un lugar maravilloso, todos somos charros cantores, grandes
conquistadores de mujeres, somos fuertes, machos y bragados (como
toros), tomamos tequila, cantamos con mariachi y veneramos a la madre
mexicana rayando en el endiosamiento; al estilo en que los “Tres García”
veneraban a Sara García, o el macho, patán, desobligado, parrandero,
mujeriego y jugador, representado en Don Cruz Martínez Treviño de la
Garza (la oveja negra), que veneraba a su “Vivianita” aunque la que
encornaba cada noche.
La duda
no me deja en paz: ¿esta identidad es algo bueno para el mexicano? Es
una maravilla para un parque temático desde luego, y para irnos de
parranda al Tenampa y chupar junto a Pedro Infante y Jorge Negrete…,
pero ¿somos eso los mexicanos?, ¿es bueno ser eso?, ¿eso debe generar
orgullo? Desde luego que tuve que preguntar, y evidentemente las
respuestas me sumieron en la depresión de ver que no tenemos camino.
Me
dediqué a preguntar, en todas las aulas de gente ilustrada donde doy
Historia de México, si se sentían orgullosos de ser mexicanos; lo que
desde luego me enfrentó a un SI unánime. De inmediato pregunte, ¿por
qué?, ¿qué te hace sentir orgulloso (a) de México? Silencio fue la
respuesta, y poco a poco fueron surgiendo, titubeantes, las clásicas
respuestas: nuestra historia, nuestro pasado, nuestras bellezas
naturales, nuestras playas, nuestro folclor, nuestra cultura, y desde
luego que no pudo faltar: nuestros valores.
Nuestra
historia ya fue, es cosa del pasado, y la mayoría de los mexicanos no
la conocen bien, tienen tan solo retazos caricaturescos de nuestra
historia; nuestro pasado…, nosotros no hicimos ni Teotihuacán ni el
Templo Mayor, por lo que no deben ser nuestro orgullo, nada hay de
glorioso en el siglo XIX, menos aún en la revolución, y un repaso del
siglo XX tampoco deja buenos resultados…¿de qué pasado, que sea un
verdadero logro, podremos estar orgullosos?, eso independientemente de
que al mexicano le urge dejar de vivir en el pasado, su rincón favorito.
El
orgullo debe sentirse ante los logros, las superación hacia otros o la
superación sobre uno mismo; y con eso como base, seguí, y sigo
cuestionando el orgullo de ser mexicano. Hay que decir que nuestras
bellezas naturales y nuestras playas no son logro nuestro…, ahí estaban,
y de hecho nos las acabamos día con día, ¿qué orgullo hay ante eso?,
pasa igual con el folclor y las tradiciones, independientemente de que
cada país tiene un interesante folclor. Pero el mejor de todos: nuestros
valores, y por encima de todos, los familiares. Veamos eso:
Dos de
cada tres matrimonios se divorcian, altos índices de infidelidad,
machismo…, enseñado por las mujeres, violencia intrafamiliar, embarazos
adolescentes, consumo de drogas desde los quince años, niños fumadores,
pederastia dentro del hogar, hijos holgazanes que siguen bajo el techo
de mami hasta los 40 años… ¿valores?: primeros lugares en corrupción, en
piratería, en robo de señal de cable, en delitos cibernéticos, en
fraudes, en violencia, en crimen organizado, en secuestro. País de
individualistas a los que sólo importa su bienestar. ¿Eso es para estar
orgullosamente mexicano?
Algunos
citan como orgullo a Octavio paz…, finalmente del pasado, o a Lorena
Ochoa, logro individual, mismo caso que el de Soraya, cuyos logros
olímpicos fueron a pesar de México y no gracias a él…, el astronauta
mexicano, que sólo pudo serlo por irse a Estados Unidos; el país al que
huye el talento, porque ahí se valora y se paga.
La duda
es la base de todo conocimiento y por lo tanto de todo progreso. Al
mexicano le urge dudar y cuestionar en lugar de simplemente comprar
frases patrioteras. Nos urge dudar de México y cuestionarlo;
preguntarnos si por el accidente geográfico de haber nacido aquí,
tenemos una especie de obligación por sentir orgullo de un país que
muestra su peor decadencia.
Sólo la
duda lleva al conocimiento, sólo dudar nos podrá llevar tal vez a algo
mejor que lo que tenemos hoy día. El que piensa que lo sabe todo es un
ignorante que además nunca va a aprender nada; del mismo modo, el que
sin duda o cuestionamiento simplemente manifiesta su patriotero orgullo
de ser mexicano, es de los que condena a nuestro México al
estancamiento.
Si la
gente lectora, culta, de estudios y conocimientos no se atreve a
plantearse la duda patriótica, este país se quedará sin esperanza;
mientras la clase media ilustrada, por pequeña que sea, se mantenga en
la ceguera ideológica patriótica de pensar que hay motivos para ser
orgullosamente mexicanos, México simplemente se quedará exactamente como
está hoy. Entonces planteo la pregunta de forma distinta: ¿te gustaría
que México siguiera siendo en el futuro como es hoy? Sin buscar en el
pasado, sin tomar logros prestados, sin escondernos en los aztecas o
escudarnos en la conquista, sin Chichen Itzá o Teotihuacán, que
simplemente nos los encontramos.
Dicen
que el primer paso parta curar enfermedades como el alcoholismo, es
aceptarlo. Nuestro país a veces parece estar embriagado de sí mismo, de
patriotismo insulso; por eso es vital preguntarnos, sin pasiones y con
lógica; en qué hemos superado a otros países, o a nosotros mismos: ¿qué
te hace sentir, hoy, orgullo de México?
Juan Miguel Zunzunegui
Fuente: La Caverna de Zunzu
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