martes, 2 de abril de 2013

Presunciones acientíficas detrás de la vacuna del papiloma humano.


Resumen

La razón de ser de los actuales programas de vacunación mundial contra el virus del papiloma humano (VPH) se sustenta en dos premisas básicas, 1) que las vacunas contra el VPH puede prevenir el cáncer de cuello uterino y salvar vidas y, 2) que no tienen riesgo de efectos secundarios graves. Por lo tanto, se deben hacer esfuerzos para obtener el mayor número de niñas pre-adolescentes vacunadas a fin de reducir la carga del cáncer cervical. Un análisis cuidadoso de los datos de la vacuna contra el VPH antes y después de la concesión de la licencia muestran sin embargo que estas dos premisas se contradicen con las pruebas fácticas y se deriva en gran parte de la significativa mala interpretación de los datos disponibles.

 

Carta

 

La reciente editorial de Silvia de Sanjosé * [1] es problemática desde una variedad de perspectivas. Principalmente, trata de dibujar un tema tan complejo como si fuera una simple dicotomía entre un supuestamente injustificado “activismo anti vacuna HPV” y una supuesta ciencia absoluta que presumiblemente ha aportado pruebas irrefutables sobre la seguridad y eficacia de las vacunas contra el VPH.

A pesar de un gran optimismo injustificado y prematuro, lo cierto es sin embargo que las vacunas contra el VPH no han impedido hasta ahora un solo caso de cáncer cervical (una sola muerte por cáncer cervical). En su lugar, lo que los ensayos clínicos han demostrado es que las vacunas contra el VPH puede prevenir algunas de las lesiones pre-cancerosas CIN 2/3 asociadas con el VPH-16 y con el VPH-18, una gran parte de las cuales se resuelven espontáneamente independientemente del estado de la vacunación [ 2-4]. Por ejemplo, en mujeres adolescentes de entre 13 y 24 años, el 38% de CIN 2 se resuelve después de un año, el 63% después de dos años y el 68% después de tres años [5]. Por otra parte, la validez de que el CIN 2 sea un precursor del cáncer es cuestionable debido a las altas tasas de clasificación errónea y a la mala reproducibilidad intra-e inter-observador en el diagnóstico, así como a las altas tasas de regresión [6-9]. Según Castillo et al. [7] el CIN 2 es el menos reproducible de todos los diagnósticos histopatológicos y puede reflejar en parte el error de muestreo. Mientras que el CIN 3 es un marcador más fiable de la progresión del cáncer que el CIN 2, su uso no está carente de advertencias [2,10].

En efecto, el supuesto optimismo de que la vacunación contra el VPH (incluso si se demuestra ser eficaz contra el cáncer de cuello uterino como aclaman), que se traduce en un 70% de reducción de los cánceres cervicales parece basarse en gran medida en extrapolaciones de marcadores base de sustitución prematuros, exagerados e iválidos [2,11] . Fundamentalmente, estos supuestos no tuvieron en cuenta varios importantes factores del mundo real, tales como:

(1) fiabilidad de los marcadores de sustitución (es decir, si se puede medir con precisión lo que se pretende medir);

(2) eficacia contra las cepas oncogénicas del VPH no cubiertas por la vacuna;

(3) posibilidad de aumento de la frecuencia de las infecciones por este tipo;

(4) eficacia en mujeres que adquieren múltiples tipos de VPH;

(5) efectos en mujeres con infecciones pre-existentes de VPH

También es digno de mención que la vacuna Gardasil de Merck recibió aprobación de prioridad Fast Track por la Food and Drug Administration (FDA) de EE.UU., después de un proceso de revisión de 6 meses, a pesar de que no pudo (y todavía sigue fallando) cumplir con uno solo de los cuatro criterios exigidos por la FDA para una aprobación de vía rápida. 

La vacuna Gardasil no ha demostrado ser ni más segura ni más eficaz que la prueba de Papanicolaou en combinación con el procedimiento de escisión electroquirúrgica (LEEP) en la prevención del cáncer de cuello uterino, ni puede mejorar el diagnóstico de los graves efectos del cáncer cervical [12]. En este sentido, Gerhardus y Razum han señalado recientemente que “… la indebida confianza en las nuevas vacunas HPV ha llevado a dar la impresión de que no había necesidad de evaluar realmente su eficacia” [11].

Del mismo modo, la noción de que las vacunas contra el VPH tienen un perfil de seguridad impresionante sólo puede ser apoyado por un diseño muy deficiente de los ensayos de seguridad [2,13] y es contrario a la evidencia acumulada desde las bases de datos de vigilancia de seguridad de la vacuna y los casos clínicos que continúan asociando la vacunación contra el VPH con graves resultados adversos (incluida la muerte y discapacidades permanentes) [2,4,14]. Por ejemplo, en comparación con todas las otras vacunas del calendario de vacunación de EE.UU., solo Gardasil se asocia con un 61% de las reacciones adversas graves (incluyendo el 63,8% de todas las muertes y el 81,2% de los casos de incapacidad permanente) en mujeres menores de 30 años de edad [ 12].

Aunque un informe del sistema de vigilancia de seguridad de la vacuna no prueba por sí mismo que la vacuna cause una reacción adversa, la frecuencia inusualmente alta de reacciones adversas relacionadas con las vacunas del VPH informadas en todo el mundo, así como su patrón consistente (es decir, desórdenes del sistema nervioso relatados en el rango más elevado en frecuencia), apunta a una relación potencialmente causal [2]. Por otra parte, coincidiendo con la información de las bases de datos de vigilancia de la vacuna está el incremento del número de informes de casos que documentan similares reacciones adversas graves asociadas con la administración de la vacuna contra el VPH, siendo los trastornos autoinmunes y del sistema nervioso los más frecuentemente reportados en la literatura médica [15-24].

En resumen, las optimistas reivindicaciones de que las vacunas contra el VPH previenen el cáncer de cuello uterino y salvan vidas, y que son muy seguras, se basan en asunciones que han sido mal interpretadas y presentadas al público como prueba de los hechos. Por consiguiente, concluimos que una mayor reducción de los cánceres de cuello uterino puede lograrse mejor mediante la optimización de la detección cervical (que no conlleva riesgos graves para la salud) y focalizando otros factores de la enfermedad en lugar de la dependencia de estas vacunas con una eficacia y perfiles de seguridad cuestionables [2,25].

Para aquellos que desean promover la vacunación contra el VPH como un medio para reducir la carga del cáncer cervical, tal vez deberían hacerse las siguientes preguntas:

1. No se ha demostrado que las vacunas contra el VPH prevengan cualquier cáncer de cuello uterino, ¿por qué están siendo promovidas como vacunas contra el cáncer de cuello uterino?

2. Si la mayoría de las infecciones por VPH y una gran proporción de las lesiones precancerosas desaparecen espontáneamente sin necesidad de tratamiento médico y por lo tanto no son un indicador fiable del cáncer más adelante en la vida, entonces, ¿cómo estos puntos finales pueden ser utilizados como un indicador fiable del número de casos de cáncer de cuello uterino que serán evitados por las vacunas contra el VPH?

3. ¿Cómo pueden los ensayos clínicos hacer una estimación precisa de los riesgos asociados a las vacunas-VPH si son metodológicamente predispuestos para producir errores de tipo 2 (falsos negativos [2,4,13])?

4. ¿Puede un sistema de vigilancia pasiva como el usado por la mayoría de los sistemas de vigilancia de vacunas en todo el mundo servir a las agencias reguladoras médicas para hacer estimaciones exactas de la frecuencia real de las reacciones adversas relacionadas a la vacuna VPH?

5. ¿Puede una hacerse estimación precisa de la frecuencia real de reacciones adversas relacionadas a la vacuna VPH si el apropiado seguimiento y la investigación completa de las sospechas de reacciones adversas relacionadas no se realiza sino por el contrario, estos casos son a priori desestimados por no relacionarese con la vacuna?

6. ¿Por qué las mujeres no son informadas del hecho de que en algunas circunstancias (por ejemplo, la exposición previa a los tipos de VPH objetivos y no objetivos de la vacuna), de la vacunación contra el VPH pueden acelerar la progresión de las anomalías en el cuello del útero [4,26-28]?

7. ¿Cómo pueden las mujeres tomar una decisión plenamente informada acerca de si deben o no dar su consentimiento para la vacunación si la información crucial respecto a la eficacia y seguridad de la vacuna contra el VPH no se les ha revelado?

8. ¿Deben los médicos reguladores del sistema de salud y las autoridades basarse únicamente en los datos proporcionados por los fabricantes de las vacunas para tomar las decisiones y recomendaciones en la política de vacunación [12,29]?

Conflicto de intereses

Los autores declaran que no tienen ningún conflicto de intereses.

Contribución de los autores

LT ha participado en la elección del tema y la redacción del manuscrito inicial. CAS, JW, EV y TB han participado en la revisión crítica del manuscrito y contenido adicional. Los autores han leído y aprobado el manuscrito. Este trabajo fue apoyado por las fundaciones Dwoskin y Katlyn Fox Family.

Referencias

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Lucija Tomljenovic, Judy Wilyman, Eva Vanamee, Toni Bark and Christopher A Shaw.

HPV vaccines and cancer prevention, science versus activism. doi:10.1186/1750-9378-8-6

Fuente: infectagentscancer.com
Imagen tomada de women-health-info.com
Una traducción de JM para Disiciencia

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