Sin
discusión alguna, el acontecimiento que marcó al gobierno cardenista
fue la expropiación petrolera. Para entender ese tema histórico, como
cualquier otro, hay que ir al pasado y cuestionar; eso que no se le
enseña al mexicano en la educación pública, y que tiene que aprender
por su cuenta.
En
México se comenzó a extraer petróleo desde el Porfiriato, pero a falta
de capital nacional se había dejado esa actividad en manos de empresas
extranjeras, principalmente norteamericanas, holandesas e inglesas. No
fue porque Díaz vendiera el país al extranjero, fue una necesidad
económica de esos tiempos, parte de una dinámica capitalista liberal
traída a México por Juárez.
Después
de Porfirio, y en medio de la guerra, las empresas siguieron extrayendo
petróleo prácticamente sin regulación alguna. Y aunque la Constitución
de 1917 estableció que la nación era dueña de la riqueza del subsuelo,
lo que incluía al petróleo; ni Carranza ni Obregón ni Calles cambiaron
la relación con las empresas extranjeras. Es decir, se seguía sacando
petróleo mexicano sin beneficio para México.
El 16
de agosto de 1935, al amparo del gobierno cardenista, se formó el
Sindicato de Trabajadores Petroleros, que comenzó a exigir a las
compañías ciertos derechos para los trabajadores, garantizados en un
contrato colectivo; hasta ahí todo en orden, y además en estricta
justicia. Como las compañías se negaron a firmar ese contrato, el
Sindicato convocó a una huelga, legal también. Pasó el tiempo sin
soluciones y los trabajadores exigieron el pago de los salarios caídos, a
lo que los patrones se negaron.
El
asunto fue llevado a juicio, y se estableció que las compañías tenían
una deuda de 26 millones de pesos con sus trabajadores. Las empresas se
negaron a acatar la resolución y se declararon en rebeldía, lo que
desde luego, ningún gobierno puede o debe tolerar…, pero según nuestra
historia oficial, después de extensas e infructuosas negociaciones que
concluyeron a principios de marzo de 1938, Cárdenas tomó la decisión de
expropiar las empresas petroleras el 18 de marzo de ese año. Es decir,
se pretende que una decisión tan importante como la expropiación
petrolera, la tomó alguien tan inteligente como Cárdenas, en unos días,
al vapor, sobre las rodillas, como reacción a un conflicto. Esto no
tiene sentido.
Podemos
ver otro punto de vista; Cárdenas crea al Sindicato de Petroleros, que
depende de él y de su gobierno, él es su jefe máximo. Este recién creado
sindicato comienza a hacer exigencias que sabe que las compañías no
aceptaran, el sindicato hace crecer el conflicto a grado tal que el
presidente proclama el decreto de expropiación.
Sí,
pero una decisión de ese calibre tenía que estar tomada con mucho tiempo
de antelación, pensada, repensada y repasada, analizada y revisada. Y
entonces cuando todo estaba listo, el sindicato petrolero, dependiente
de Cárdenas, estalla la bombita, el conflicto se hace enorme…, y con eso
como pretexto, el presidente anuncia algo que, evidentemente, estaba
pensado desde antes.
La
reacción de los países con compañías en México fue inmediata: Inglaterra
rompió relaciones, y Holanda y Estados Unidos declararon un embargo
comercial a nuestro país. El gobierno siguió adelante y se convirtió en
propietario de todas las empresas petroleras, y las juntó en una sola
que se llamó en un principio PETROMEX y finalmente PEMEX.
La
creación de PEMEX convirtió al Estado en dueño del petróleo y de los
medios para extraerlo, con toda la riqueza que eso significaba; por otro
lado, el gobierno quedó endeudado con los empresarios expropiados, y en
malas relaciones con los países afectados.
Aun
así, esa expropiación era un derecho que México tenía, y ya que los
tiempos cambian; así como en tiempos de Porfirio fue necesario el
capital extranjero para extraer petróleo; Cárdenas decidió que en sus
tiempos ya no era necesario…, y con el paso de poco tiempo demostró que
tenía razón. Al principio los petroleros mexicanos tuvieron problemas
tecnológicos, pero en poco tiempo manejaban la extracción igual que un
holandés.
El
problema es que partir de ese momento el petróleo se convirtió en la
principal fuente de financiamiento del Estado mexicano, lo cual
benefició al gobierno pero nunca al pueblo; pero peor aún, se convirtió
en la principal bandera ideológica de los políticos…, y como el mexicano
vive en el pasado, venera a los héroes de mármol de hace décadas o
siglos, y como en México parce no pasar el tiempo; se parte de la base
de que, si Cárdenas lo hizo de una forma, nadie, nunca jamás bajo
ninguna circunstancia, lo puede cambiar, so pena de ser considerado un
nuevo Santa Anna y traidor a la Patria.
Pero,
¿qué hay detrás de la expropiación? Pretender que un pleito sindical
fue motivo de una decisión tan importante es una visión simplista. La
decisión estaba tomada, y el gobierno, dueño de los sindicatos, creó el
pretexto. Tan es así, que el decreto expropiatorio fue enviado para su
aprobación al presidente Roosevelt (de Estados Unidos) antes de hacerlo
público.
Y de
hecho, el trato recibido por los expropiados fue muy distinto; a las
empresas norteamericanas se les pagó pronto, y a razón de dos dólares de
indemnización por cada dólar de activos. Es decir, ¡el doble!, mientras
que a las empresas inglesas y holandesas se les pagó de forma diferida y
sólo la mitad. Ese favoritismo tiene que tener explicación…, y la
tiene.
En la
biblioteca del Congreso de Estados Unidos existen copias de los cheques
del préstamo que el gobierno de Estados Unidos hizo al gobierno de
Cárdenas. Es decir que la expropiación fue un golpe publicitario y un
engaño el pueblo. Sí, se expropió a las empresas norteamericanas, pero
se les pagó con dinero prestado por el gobierno de Estados Unidos,
después de que ellos dieron visto bueno al proyecto.
Así
como se ve; la expropiación se hizo con dinero norteamericano. ¿Qué pasó
entonces con la imagen que tanto se evoca de nuestros abuelitos,
donando desde sus gallinas hasta sus joyas para pagar la expropiación?
Fue otro golpe publicitario para que el pueblo se sintiera integrado y
unido en la recuperación de su petróleo. Ahora, esos donativos se
hicieron, ¿qué fue entonces de ese dinero? Habrá que preguntar a la
familia Cárdenas, a quienes nunca se ha visto sacando de dinero de algún
sitio que no sea el erario público.
Pero lo
que es un hecho es que desde entonces el petróleo es “de todos los
mexicanos”, aunque su verdadero dueño es, ni siquiera el gobierno, sino
el sindicato petrolero; las cláusulas ocultas por las que Estados Unidos
aceptó el decreto y hasta prestó el dinero son difíciles de saber, pero
veamos los hechos: México pasó de competidor petrolero a cliente, se
eliminó la petroquímica y se pasó a depender técnica y económicamente de
Estados Unidos, que fue el país que más ganó con la expropiación de
“nuestro” petróleo; ya que los propios empresarios indemnizados
volvieron a su país a poner empresas petroquímicas con el dinero
otorgado por México y se dedicaron a refinar nuestro petróleo y
vendernos productos derivados.
La
expropiación fue, ante todo, un símbolo. Hoy, dueños del petróleo,
tenemos gasolina cara y el pueblo no tiene beneficios del hidrocarburo.
Para colmo, somos, como pueblo mexicano, supuestos dueños de la única
empresa petrolera del mundo que está quebrada.
Y como
la expropiación, y el supuesto de que nuestra soberanía reside en el
petróleo, son mitos intocables; hoy tenemos petróleo que no podemos
sacar a falta de tecnología…, y nuestras leyes nos impiden asociarnos
para extraerlo; cuando hasta la Cuba comunista tiene inversión
extranjera para sacar petróleo del Golfo de México, justo de donde
nosotros no lo sacamos.
Seguramente
la expropiación era un imperativo en tiempos de Cárdenas, pero dentro
de nuestra adicción al pasado, somos incapaces de ver que las soluciones
de hace un siglo no tienen que ser necesariamente las soluciones de
hoy, y que fundamentar la soberanía en un hidrocarburo, que está en
nuestro suelo por un capricho de la naturaleza, que no es renovable, y
que se agotará en pocos años, es por decir poco; una necedad.
Más información en el libro: El Mito de la Revolución: Una Matanza por el Poder
Juan Miguel Zunzunegui
Fuente: La Caverna de Zunzu
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